Los pronombres demostrativos y las tildes

Como todo el mundo sabe, llevamos años con disputas en lo referente a las tildes en los pronombres demostrativos este, ese, aquel, sus femeninos y sus plurales, y el adverbio solo. Hay multitud de artículos de la prensa digital que recogen estos cambios y la polémica que han generado entre los usuarios del español, pero como es un tema convulso que ha sufrido ligeras variaciones en los últimos años, voy a comentar brevemente el estado actual de esta cuestión para ayudar a quien necesite una respuesta rápida y completa al respecto, y ya después entraré en cuestiones personales.

¿Debo tildar los pronombres demostrativos y el adverbio solo?

La respuesta corta es que no hay que tildarlos salvo en caso de ambigüedad. ¿Por qué hay tantas dudas al respecto? Pues porque en 2010, la Real Academia Española de la Lengua (RAE) publicó una actualización de la ortografía en la que desaconsejaba por completo tildar estas palabras, incluso en caso de ambigüedad:

«A partir de ahora se podrá prescindir de la tilde en estas formas incluso en casos de doble interpretación porque las posibles ambigüedades son resueltas casi siempre por el propio contexto comunicativo

Esto molestó a mucha gente, pero después hablaremos de eso. La cuestión es que en 2023, la RAE aprobó en un pleno la admisión de las tildes en estas palabras en caso de ambigüedad (los típicos ejemplos son «Él toma el café solo», que sin la tilde podría significar que él está solo cuando toma café o que él toma solamente café y nada más), pero lejos de reconocer que esto supusiera un cambio de la norma, afirmaron que se trataba de una clarificación que para nada la sustituía, pues aún mantienen que, en la mayoría de casos, la tilde es innecesaria, ya que se puede determinar el verdadero significado a través del contexto.

¿Por qué todo este lío?

Aunque el debate parezca reciente, o incluso un capricho de los académicos, lo cierto es que la tónica de eliminar la tilde en los pronombres demostrativos y en el adverbio solo lleva más de medio siglo, y las razones que se aducen son lógicas, aunque puede que demasiado técnicas para la persona de a pie: el requisito para usar la tilde diacrítica es que se opongan palabras tónicas o acentuadas a palabras átonas o inacentuadas formalmente idénticas —como por ejemplo «más» y «mas», o «cómo» y «como»—, requisito que no cumplen las palabras solo y los demostrativos, pues son siempre palabras tónicas en cualquiera de sus funciones.

¿Por qué a la gente les (nos) molesta esto?

El ser humano es un animal de costumbres, así que es normal que cuando a uno le enseñan de pequeño, erróneamente, que los pronombres demostrativos y el adverbio solo se escriben siempre con tilde, cuesta quitarse el hábito. La realidad es que somos vagos, y tener que bregar con matices de estas características supone un esfuerzo que pocos están dispuestos a hacer, y más cuando hay reglas mucho más claras y evidentes que tampoco se respetan por una gran mayoría de personas a las que la ortografía les importa más bien poco.

Sin embargo, cuando tu actividad implica un conocimiento solvente del lenguaje, uno está obligado a entender qué se hace y, mejor o peor, por qué se hace de esa forma y no de otra. Esto es lo que me ocurrió a mí tras años de oponerme al supuesto absurdo de tildar unas veces sí y otras no, lo que me llevó a considerar que siempre había ambigüedad y, por tanto, siempre había que tildar. Pero hay que rendirse a la evidencia cuando esta está por todas partes, sobre todo (o exclusivamente) cuando es una evidencia científica.

Si te interesa profundizar en este tema, te recomiendo leer el artículo del filólogo Pedro Álvarez de Miranda para el Centro Virtual Cervantes.

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